Muchos pacientes acuden a consulta en nuestra clínica en Ourense haciéndose la misma pregunta: ¿por qué me cruje la mandíbula?
La presencia de ruidos mandibulares suele preocupar notablemente a las personas que los experimentan.
La existencia de ruidos en la articulación temporomandibular (ATM) es muy frecuente entre la población general. Aproximadamente entre un 25 y 35% de los individuos presentan algún tipo de ruido a la exploración.
Tipos de ruidos y molestias en la mandíbula: principalmente existen dos tipos de sonidos:
– Clic: Único, de corta duración (a veces se describe como “pop“).
– Crepitación: Continuo, chirriante, como de gravilla. Suele corresponder con fenómenos degenerativos.
Causas:
Existen diferentes causas que producen cada uno de estos ruidos mandibulares.
Lo recomendable es acudir cuanto antes al dentista para que haga una valoración completa y pueda determinar un diagnóstico.
– Desgaste dental o de los huesos que configuran la mandíbula.
– Bruxismo
– Alteraciones anatómicas congénitas de las superficies articulares.
– Desplazamiento discal.
– Malos hábitos (mascar chicle frecuentemente o bostezar de forma exagerada).
Todos estos motivos tienen la capacidad de producir el ruido que conocemos como chasquido.
En el caso de los ruidos de roce o crepitación, las causas pueden ser distintas, puesto que existe la posibilidad de que aparezcan como consecuencia de un problema de artritis, artrosis o una enfermedad articular degenerativa.
Diagnóstico:
En el diagnóstico hay que determinar: el tipo de ruido, el movimiento asociado y el grado de apertura en el que se produce. Es decir, no todos los sonidos articulares son iguales ni tienen el mismo significado e importancia.
Destacar, que la ausencia de ruidos no significa siempre ausencia de patología.
Para el correcto diagnóstico su dentista le realizará una serie de preguntas, previa a esta recogida de información, procederá a un examen para conocer si el ruido va acompañado de dolor o no, y en qué movimientos se produce.
Colocará sus dedos por delante del oído y pedirá al paciente que realice movimientos con la mandíbula, ya sea abriéndola, cerrándola o moviéndola de un lado a otro. Esos movimientos irán acompañados de preguntas acerca de las sensaciones que experimenta, de forma que el especialista pueda saber si producen dolor, molestias, o dificultad para llevarlos a cabo.
El diagnóstico podría completarse con una tomografia o una resonancia magnética, para disponer de información visual sobre cómo se encuentran el disco articular y los huesos, articulaciones y tejidos blandos.
Con todo esto ya se dispone de información suficiente como para valorar si el problema reviste gravedad o no.
Por muy molesto que pueda resultar el crujido de la mandíbula, no hay que asumir de forma inmediata que se requiere un tratamiento. En algunos casos este ruido es temporal y desaparece por si solo. Pero cuando hay dolor debe acudirse siempre a consulta porque es muy probable que sí necesite tratarse.
Tratamiento:
El tratamiento va a depender del diagnóstico efectuado.
En los casos menos graves, puede ser suficiente hacer pequeños cambios de hábitos:
– Abrir la boca de forma moderada al bostezar,
– Reducir el estrés,
– No masticar alimentos que requieran una presión excesiva de la mandíbula, etc.
También las sesiones de fisioterapia y la prescripción de ciertos medicamentos pueden ayudar a reducir las molestias y/o tratar patologías de base como la artritis o la artrosis, en caso de que las haya.
Cuando se diagnostica que la causa de ese ruido mandibular es el bruxismo, lo que es bastante frecuente, el tratamiento consistirá en una férula de descarga que rebaje el nivel de tensión mandibular.
Por último, hay casos en los que no se da con un tratamiento que permita reducir las molestias, ante lo cual podría ser necesario recurrir a procedimientos quirúrgicos que permitan alinear correctamente la articulación temporomandibular.